«La Bretaña -región donde comienza este sábado el Tour- no tiene un terreno fácil para controlar. Y para colmo la primera meta es en un repecho; una oportunidad para corredores explosivos como Valverde o Riccò. Esos tres días son difíciles por el peligro de las caídas y los cortes; y el calor puede endurecerlos más», añade el madrileño.
Trampa en Foix
El cuarto día, en Cholet, llega la primera contrarreloj. Excepcionalmente corta (menos de 30 kilómetros) y que se presenta como un buen escenario para ver la evolución de Alejandro Valverde en la contrarreloj.
Y dos días después llegan los Pirineos, con dos etapas tremendas. Una, la de Bagnéres de Bigorre, larga y con los puertos al final. Otra, en la jornada siguiente, con el Tourmalet y la exigente ascensión a Hautacam.
«Tras la jornada de descanso -avisa Sastre- se disputa una etapa peligrosa, en Foix, porque han puesto una trampa en el recorrido [el Col de Portel, de 1.432 m]. Tres días después llegamos a Prato Nevoso, el segundo final en alto y primero de los Alpes. Aunque hay un descanso, luego llegan jornadas de puertos míticos, de esos en los que se pedalea durante una hora y media".
Dura ascensión
Para el día siguiente, Galibier, Croix de Fer y Alpe d´Huez. "Etapón clásico con puertos míticos". Aún quedará otra cita clave con la media montaña, camino de Saint-Ettiene, y una crono de 53 kilómetros a las puertas de París en la que jugarse lo que quede por decidir.
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